𝑳𝒂 𝒄𝒂𝒔𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝑴𝒂𝒈𝒐
𝐎𝐭𝐨𝐧̃𝐨 𝐌𝐌𝐗𝐈𝐈-𝐌𝐌𝐗𝐈𝐈𝐈
Recuerdo que, durante el comienzo de octubre de 2012, recibí como obsequio del gran Pantro este instante. Durante todos estos años que lo conocí, ya sea coincidiendo en el hogar de mi madre, o acompañándome también en tantos vuelcos y transiciones, o como polizón en nuestras llamadas, incluso con tanta tierra de por medio, nunca dejó de sorprenderme.

En aquel otoño, mi madre pasaba sus vacaciones en el viejo DF con nosotros. Y como era usual en mi familia, durante las largas estancias, siempre viajaba también la familia extendida felina. En aquella ocasión, la acompañaba un muy joven Pantro, ese singular felino de patas cortas con rostro de selva, de quien debido a sus modos feralmente refinados, siempre sospeché que algún ancestro suyo no debió ser un felis catus. Sin embargo, quizás el haberlo criado desde sus primeros días tras haber quedado huérfano, o por el vívido aliento con que mi madre trenza entrañablemente los hilos por donde corre la vida, Pantro, así como en su momento la inolvidable Cucha y el apacible Frodo, le tendieron su noble y leal hilo para enlazar su camino junto a su andar humano.

Y siempre caminaron cerca, literalmente a los pies, singularmente Pantro enredándose en las piernas como alga acuática, cazándolas como presas tropicales, clavando amorosamente sus colmillos de jaguar de jardín, exigiendo con brío un lugar en las sillas del comedor a su lado para ser parte de la remesa, y abriendo en su andar la puerta a esos dulces misterios del cual suelen ser los gatos singulares porteros. Así fue, esa mañana fría de otoño en que Pantro nos visitó en DF, y en un instante de sus muchos únicos, me mostró una de ellas. Y otras más, muchas, inasibles, humildes, nobles, tal como sólo un felino sabe mostrarnos y acompañarnos para atravesar con temple los inciertos umbrales del existir.

De nuevo, Pantro me sorprendió ante la puerta de otro otoño, de otro octubre en camino, once años después, con su partida inminente. Mi hija me pregunta desconsolada "¿a dónde se fue?", yo, con las palabras entumecidas y tristes, recuerdo esa imagen y se la muestro, pues quizás él tenía atisbos de esa respuesta: quizás al Todo, quizás al gran misterio.



Para Pantro (2012-2023), que ya atravesó ese umbral al gran misterio, y para Araceli, que lo acompañó entrañablemente y lo despidió justo en el marco. 
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