Caifanes. L'Olympia de Montréal.

22 noviembre 2023

𝑨𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐𝒔 𝒐𝒍𝒗𝒊𝒅𝒆𝒏: 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐥𝐚𝐝𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝑪𝒂𝒊𝒇𝒂𝒏𝒆𝒔 𝐞𝐧 𝐌𝐨𝐧𝐭𝐫𝐞́𝐚𝐥. 
Noviembre 22, 2023 Montréal, QC. 

Abril comenzaba, y entre la diáspora mexicana en Montréal se dispersó con la misma fuerza que los fuertes vientos de primavera, la noticia de un concierto de Caifanes en nuestra ciudad, para mediados de noviembre.
-Oh, justo después de mi cumpleaños, mmm ¿lo pediría como obsequio? Aunque ya los vi…pero solo en festival…este será un setlist completo…ir o no ir…duda…por qué no, venga. La nostalgia ganó: Inspirar un poco de aquella evocación a México, a su rostro complejo mestizo, de ritual tan vivo como olvidado en la mística del cotidiano. Y porqué no, a los himnos entonados en la niñez, canto aliado adolescente, con olor al Chopo y a Coyoacán. 

Para cuando el otoño llegó, me surgió una mezcla entre reticencia y anhelo (la inmigración suele invitarme a no extraviarme en la quimera de la nostalgia terruñal), más un paso tras otro nos encaminamos a l’Olympia de Montréal, donde una larga fila enroscaba cual serpiente la calle de Saint-Timothée, destilando de sus escamas murmullos de español. Dicho zumbido muy pronto se apoderó del aire, fundiendo con su vapor la caída del 𝒈𝒓𝒆́𝒔𝒊𝒍.

Por momentos, algunos contemporáneos con su look post 𝒎𝒆𝒙𝒈𝒐𝒕𝒉-𝒑𝒖𝒏𝒌-𝒓𝒐𝒄𝒌, me recordaron los sábados cerca de la estación Buenavista, aunque también había público millennial, incluso niños en hombros.

Buscamos un sitio cómodo dentro del teatro, donde mis 150 cm de estatura me permitieran ver a la distancia, por encima de los hombros de los asistentes (después de mis 30’s, hice la paz con la cercanía a la barrera). ¡Hallazgo!  ¡Un gran escalón libre! (donde ganar de pronto 30 cm extra). Ahí, justo a un costado del escenario, desde donde lo primero en saltar a mi vista fue aquel canino inspirado de la iconografía prehispánica, símbolo de libertad para la banda, que aúlla al cielo. 

La luz se desvaneció, y un muro de celulares se alzaron como estrellas (caray, véanlo en momento presente, carajo -pensó mi sentir generacional X), y comenzó el ritual, con un audio tan saturado que me invitó más a cantar las canciones de memoria, recordando sus acordes (una pena, pues sí quería escuchar con mayor claridad los solos de guitarra y los teclados). Así arrancó la noche, desempolvando de mis recuerdos el disco de “El nervio del volcán”, destacando las primeras notas de “Hasta que dejes de respirar”. 

Nostalgia de volcanes, que se desbordaba…que no paraba, volviendo a los 80’s evocando un viento para amarrarse y detener el tiempo, rememorando canciones de “El silencio”, como “Nubes” (cómo olvidar aquel video suyo grabado en los altos de Chiapas) o “Para que no digas que no pienso en ti”....todo el teatro cantaba. Pues sí, es Caifanes, con o sin discos suyos en casa, seguramente los escuchaste en algún sitio (la radio, una fiesta, en el transporte público, incluso en la tele). 

Entre la euforia de una diáspora desgañitándose, desmayándose entre el tumulto, la banda agradeció a los fieles fans que coreaban toda la lista de canciones, y porqué no decirlo, por el acto de continuar palpitando a la distancia con las venas del terruño, después de la dolorosa odisea que implica el desenraizarse del mismo. Y entre esa alusión, la de irse en la búsqueda de otro porvenir, escuché su nuevo tema “Inés” -imposible hablar de México sin hacer hincapié en algún tinte político-, para después enaltecer nuestra vena ancestral en un montaje de imágenes de pueblos originarios al compás de 
“Ay amor, detrás de los cerros estás tú, amor
Oculta entre la niebla estás tú…”

El aullido que abre el compás de "Mátenme porque me muero" siguió tejiendo la velada, con otras estrofas conocidas  “, “...pardo me duermo, pardo me sueño…”,  “...Qué triste se nos fue la vida/ Atrás del cielo nos miran llorar…”. Sí, la noche avanzaba, y al llegar el estribillo de “...afuera tú no existes, solo adentro…”, se presiente que el viaje a México pronto culminará. 

Durante el trance esa canción en particular, intenté rescatar las notas de su magistral solo de guitarra, capturándolas entre el saturado sonido, siguiendo el rastro de las pisadas de las manos en el escenario. Es justo lo que más me gusta de esa canción, junto con la mezcla de teponaztli y ayoyotes, ese sonido que atiza los hilos de recuerdos tan ancestros, tan extraviados. Hubo una emulación de ellos ahí, suficiente para sentir su extraño bálsamo.

De pronto, el encore: Diego Herrera estrujaba el saxofón destilando las notas del Himno Nacional, ¿qué más decir? Directo a la médula de la soledad de saberse inmigrante. Recuerdo que la euforia estaba al máximo, tejiendo la camaradería con las voces vecinas que también cantaban, hasta que algo me golpeó el pecho, aquella canción que me recuerda el porqué no estoy en México: “Antes de que nos olviden”...de pronto, ya no vi nada, pues todo se empañó entre las imágenes históricas de las represiones estudiantiles y de madres buscando desaparecidas. Ni hablar, la herida aún duele, tanto que quizás fue sólo acariciada tras el cimbramiento de la melancolía y corazón, covereando al divo de Juárez  con “Te lo pido por favor”. Está bien, también alzaré mi teléfono, para quedarme con una rebanada de este momento.

Un solo de batería de Alfonso llenó el aire, se acercaba el inminente final, al ritmo de cumbia con “La negra Tomasa”. Entonces, ¿no habrá “Los Dioses ocultos”? No, acaba de lanzar sus baquetas al público y ya se están abrazando para la foto-memoria de redes sociales. Suspiro. 
Ni hablar, aquella 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒔𝒊𝒐́𝒏 𝒎𝒐𝒓𝒕𝒂𝒍 quedó sonando en mi cabeza, bajo el cielo nocturno en la ciudad de México, siendo la memorable apertura del setlist cuando cerraron el Wirikuta Fest en 2012. Otro suspiro. 

Entre el encendimiento de las luces de l’Olympia, una grabación de “Imagine” cerró la velada, mientras el público y la banda intercambiaban banderas y selfies del recuerdo. O tal vez un fragmento de tierra simbólica para continuar haciendo camino, construyendo a la distancia lo que en nuestro suelo de origen resulta ya complejo: ese saberse mexicano, el ser parte de un complejo tejido de raíces, que en ocasiones se enreda en dolorosos nudos y quizás sólo los dedos sabios y compasivos de la distancia ayudan a desenmarañar. ¿O quizás con un peine etéreo, que a su vez los desenreda, purifica y nos eterniza? 

Setlist :
 "Hasta que dejes de respirar" 
 "Viento"
 "Nubes"
 "Para que no digas que no pienso en ti"
 "Miedo"
“Nunca me voy a transformar en ti”
"Debajo de tu piel"
“Tortuga”
"Inés"
"Detrás de los cerros",
“Cuéntame tu vida”
"Mátenme porque me muero"
 “De noche todos los gatos son pardos”
 “Perdí mi ojo de venado”
 "Aviéntame"
 "Afuera"
-Encore-
 Himno Nacional Mexicano. 
 "Antes de que nos olviden". 
 "Aquí no es así",
 "Te lo pido por favor", 
 "No dejes que" 
 "La célula que explota"
 "La Negra Tomasa" 
“Imagine”
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