La luz del invierno avanza, arrullada en las astas de una Madre Caribú. Desde mi rincón en el norte del mundo, me abrazo a la resiliencia de las coníferas, al carmesí del cardenal, el azul y azabache de los córvidos, mientras el bosque duerme y escucho el sueño de las semillas, rociadas por estrellas y premoniciones de primavera.

Días de nuevo ciclo (y de nuevo con espíritu de dibujar y compartir abrazos postales), enero MMMXXIV.
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